miércoles, 7 de octubre de 2009

Feliz cumpleaños

Como este año estoy con el tema de Sherish y mis personajes me hablan, he decidido darles un poco de charla y meterme en la historia. Esto es lo que en las series de televisión llaman "cameo". Un personaje real en un ambiente ficticio.

Es una manera especial de hacer un regalo. Ya que no se puede hacer realmente, espero que valga "virtualmente". De paso, mato dos pájaros de un tiro. Un regalo y un relato. La combinación perfecta

7 de octubre de 20xx.

Las primeras luces del día iluminan la pista del aeropuerto. El avión toma tierra con un ligero retraso. Dentro viajan Pedro y María. Ella ha estado todo el viaje intentando averiguar a dónde se dirigen. Él ha preparado un viaje sorpresa. No le ha dicho el lugar ni lo que van a hacer. Es su regalo de cumpleaños y ha intentado mantener el secreto.
Cuando bajan del avión y recogen el equipaje, se encaminan hacia la salida. Un chófer les espera a las puertas de un flamante Mercedes negro con cristales tintados.
- ¡Jóder!, te lo has currado - exclamó María.
- Y esto no ha hecho más que empezar - respondió Pedro con una sonrisa misteriosa. Pasa que nos está esperando.

El coche sale del aeropuerto. A estas alturas, María ya sabe dónde está. Jerez, un lugar precioso con un gran ambiente y con cientos de cosas para visitar. Cuando se aproximan a la ciudad, el coche, en lugar de dirigirse a Jerez, se desvía por una de las carreteras secundarias.

- ¿Dónde vamos? - pregunta María desconcertada.
- Ya lo sabrás.

Pasados unos minutos, el coche toma un desvío y continua unos metros hasta llegar a un pequeña explanada entre dos edificios blancos. Es una antigua bodega.
Una chica se acerca a saludarles cuando salen del coche.

- Mi nombre es Ana. Bienvenidos a Sherish.

Sherish. Un nombre raro, peculiar. Pedro lo oyó unos meses atrás por primera vez. Estaba charlando con un conocido acerca de los sitios que habían visitado y que les habían gustado. Ambos coincidieron con Jerez. Dio la casualidad de que la familia de este conocido era de Jerez, así que estuvieron un buen rato hablando de la cuidad y sus encantos. Siempre se había quedado con ganas de volver. Entonces su conocido le habló de Sherish. La típica historia del familiar (en este caso, primo segundo) que había montado una casa rural y que estaba muy bien. Siempre escéptico ante estos comentarios, cuando acabaron la charla, Pedro se puso a investigar y a buscar refrencias del sitio.
Sorprendentemente, la casa llevaba unos años abierta, y su fama era mucho mejor que la que le había contado su amigo. Era un sitio pequeño con encanto, que tenía una variada oferta de actividades. Hasta ahí era más o menos como cualquier otra, pero había algo que la distinguía de las demás, su oferta cultural. Se habían convertido en un referente en actividades culturales en Andalucía. Celebraban actuaciones, conciertos, pequeñas representaciones, especialmente de gente joven que comenzaba o bien dirigidos a públicos reducidos. Habían tenido un gran éxito, e incluso habían sido escenario de alguna representación mayoritaria de gran éxito.
Así que decidió llamar para enterarse. Quedaban unos meses hasta octubre, pero no estaba mal ir enterándose. Estuvo hablando con ellos unos 15 minutos. Quería algo especial como regalo de cumpleaños, por lo que no quedó todo cerrado. Como los eventos iban cambiando, estuvieron en contacto para informarles de posibles actuaciones que le pudieran gustar. Cuando ya sólo quedaba un mes, todo estaba planeado.

- Gracias - dijo Pedro, tendiéndole la mano. Soy Pedro.
- Os estaba esperando. Hemos hablado tanto por teléfono, que ya tenía ganas de conocerte.
María estaba un poco despistada, por lo que Ana se acercó a saludarla y a darle explicaciones.
- Tu debes ser María. También habíamos hablado de ti. Llevamos meses preparando esto, así que espero que te guste.
- Me estáis asustando - dijo María.
- Nada de eso. Lo que tienes que hacer es disfrutar. Acompañadme a la habitación. Dado el tiempo que hemos tenido, tenéis reservada la mejor habitación. Está en la segunda planta y es la última del pasillo. Seguro que os gusta.

Ana les guió hasta la habitación, mientras les contaba la historia de la casa.

- Ya hemos llegado. Os hemos puesto un regalo especial. Estamos creando un espumoso en Jerez. Es un poco especial. Os hemos dejado una botella para que brindéis. Es un poco pronto, pero la podéis dejar para después del paseo. Está en la nevera.
- ¿Paseo? - preguntó María.
- Espero no haber chafado nada - comentó Ana algo azorada.
- Es la siguiente sorpresa. No hay problema. ¿A qué hora nos esperan?
- A las 11.00.
- Pues ahí estaremos.
- Os dejo. Cualquier cosa que necesitéis, me lo decís.

La sorpresa siguiente era una ruta a caballo por los viñedos, rematada con una visita a la Escuela de Arte Ecuestre de Jerez. Todo organizado desde Sherish y con un guía que les acompañó durante todo el tiempo.

Aprovecharon para quedarse a comer en la ciudad, y dar una vuelta por el centro.

- Es hora de volver. Tenemos que prepararnos para la velada de esta noche - dijo Pedro.
- Ya ni pregunto.
- No te preocupes, esta noche no nos movemos de Sherish.

A las nueve y media de la noche, bajaron por la escalera.

- Hola Ana, ¿está todo preparado? - preguntó Pedro.
- Todo.
- Perfecto. Muchas gracias.

Caminaron hacia el edificio de la bodega, donde estaba el restaurante y la Sala de espectáculos. Al entrar en el edificio, les sorprendió la decoración del edificio. A la derecha, una pequeña barra, como antesala a la cocina que se intuía tras unas puertas con unos ojos de buey. A la izquierda y enfrente, durante unos veinte metros, una serie de mesas espaciosas y separadas entre sí. La luz era tenue y venía de unas lámparas situadas en el techo. Se intuía un pasillo que dejaba la cocina atrás y se internaba por las mesas hasta llegar a un espacio previo a un escenario.
Su mesa estaba cerca del escenario. El espacio estaba pensado para quitar o poner las mesas en función del espectáculo. En esta ocasión estaban colocadas las mesas.

Se sentaron y a los pocos minutos se acercó un camarero a tomar nota. Prefirieron dejarse aconsejar y pidieron una cena de degustación especial de Sherish. La cena era ligera, ya que los días de espectáculo, éste comenzaba una vez terminadas las cenas, y mientras se servían algunas bebidas.
A eso de las diez y media, las luces del escenario se encendieron a la vez que las de las mesas se suavizaban. Un joven con pantalón y camisa negros, se acercó al micrófono.

- Buenas noches. Mi nombre es Toni. Alguno de vosotros ya me conocéis. Soy el responsable de todas las actuaciones de Sherish. También soy músico, y en ocasiones toco en esta sala, que para mi tiene un sentimiento especial. Hoy voy a tocar. Me acompañará una de las jóvenes promesas de la guitarra flamenca, Juan el Lagartija y su primo al cajón. En una primera parte, sólo habrá música y un poco más tarde tendremos un grupo de baile flamenco, que seguro que os gusta. Creo que hoy es un día especial, por la actuación, y me gustaría dedicárselo a una persona que cumple años hoy. A petición, hemos encajado esta actuación para que cayera en este día. La insistencia del peticionario nos convenció. Me han dicho que a María le gusta la guitarra y el baile flamenco, quizás por esa sangre andaluza que corre por sus venas. Te lo dedicamos especialmente a ti. Feliz cumpleaños.

En ese momento, las luces del escenario se apagaron, y tres focos iluminaron tres sillas en el escenario. La del centro tenía un cajón flamenco, y las otras dos, una guitarra apoyada en el respaldo. Tres figuras cruzaron el escenario y ocuparon sus sitios.

María apretó la mano de Pedro y susurro un gracias que le salió del corazón.

El espectáculo duró dos horas, que pasaron volando. La música fue perfecta y el baile cautivador. El público ovacionó a los músicos y bailaores durante cuatro largos minutos. Luego se encendieron las luces, y los camareros acudieron a las mesas a renovar las bebidas para el que quisiera alargar algo más la velada.

- ¿Te ha gustado? - preguntó Pedro.
- ¡Me ha encantado! Muchas gracias. Ha sido un regalo precioso.
- Entonces, sólo me queda darte el último regalo - comentó mientras hacía una leve señal al camarero.

Éste apareció con una bandeja en la que había una caja en forma de cubo de unos veinte centímetros, envuelta en papel plateado y con un vistoso lazo rojo.

- Tu regalo - dijo Pedro señalando el paquete.


2 comentarios:

Kiara dijo...

Jerez bonito sitio para este relato, muchas gracias corazón, me ha encantado. ;)
Me imagino lo que tiene la caja???

Aida dijo...

Muy bonito el relato, pero quiero saber lo que tenía el paquete! disculpa mi poca (o mucha) imaginación. Un beso