sábado, 24 de noviembre de 2012

Cuesta arriba

Día gris, con niebla. A lo lejos se intuyen las figuras y los objetos, aunque no se pueden ver con nitidez.
Un día como el año, gris. Como en este día de niebla, el futuro se intuye a lo lejos, pero no puedo distinguirlo con claridad. Mi espíritu positivo me dice que serán cosas buenas.

El resumen del año, y eso que queda más de un mes por delante para acabarlo, es que ha sido (es) como una cuesta arriba. Para los que os guste el ciclismo, es como el Tourmalet o la subida a los Lagos de Covadonga, que es más español. Desde abajo la ves e impone, pero es un reto y sabes (crees) que vas a alcanzar el final. Comienzas a subir la cuesta y cuesta (je), pero estás al principio y piensas que ya e acostumbrarás. Poco a poco te das cuenta que la pendiente es constante y dura. Comienzas a luchas con tu mente, tu peor enemigo, a la vez que aliado, de toda tu vida. La llevas contigo y, dependiendo de la época, te ayuda o te hunde. Te hablas a ti mismo (ya estamos con las locuras) y te dices "¡vamos! ya llegaremos a un repecho y verás como luego todo es llano o cuesta abajo". Pues nada o "po ala!!!" como dicen por aquí. Sigo para arriba. Las vistas son bonitas, preciosas en algunos momentos, pero no te da tiempo a disfrutarlas. Tú lo sabes y eso te gasta. Empieza a faltarte el resuello. Encuentras una zona de descanso. Sonríes. Te giras y tu mente te está esperando con sonrisa de sabelotodo. "¿Ves como no era tan duro?". Paras un poco, tomas un poco de aire, miras a tu alrededor. Es bonito esto, te dices. Arriba debe ser más bonito. ¡Jodido positivismo! Sigo el camino. El descanso te ha sentado bien y, al principio, el camino no es tan pesado. Pero al rato, comienzas a darte cuenta de que la cuesta sigue ahí y que sigue siendo dura, igual que antes e incluso más. Para colmo, llevas cansancio acumulado. Empieza a costarte. Las piernas duelen. Te falta el aliento. Tu mente calla. O no tiene nada que decir, o es que le falta el aire.Intuyes e final, pero a lo lejos. Pasas un falso llano, de esos que te dan un poco de respiro, pero te siguen restando fuerzas, aunque no lo notes. Para compensar (!!!) un cambio de pendiente, de los duros. Bajas la cabeza y caminas con los hombros caídos y sin levantar la mirada. Sabes que queda poco. ¡A la mierda el paisaje! Sólo quieres llegar al final y parar.

Y en eso estamos. Este año es de desgaste. Se ve el final. Por supuesto, la cuesta no se sube sola. Hay muchos subiéndola. Tenemos de todo. Los que van en bici, en moto, en coche, en deportivo, los cojos, los que se arrastran y lo que se quedan a mitad. Hay una gran variedad de "caminantes". Hay algunos que suben siempre contigo, otros que vienen a verte de vez en cuando, algunos que conoces a mitad de cuesta y se quedan, otros que subían contigo y se despegan. Pasan para darte la mano, un ligero achuchón para que tomes fuerza, o un empujón para echarte del camino; los que te dan un poco de agua o cerveza, que sabéis que es lo que gusta de verdad, o un poco de comida; los que te desequilibran al pasar sin cuidado, los que te salpican con el charco, los que se arriman y te abrazan o los que se arriman e intentan sisarte.

La vida es así y hay que ir por el camino que tenemos delante. Unas veces el camino viene marcado, y otras lo marcas tú. Las elecciones hechas están y lo que a veces lo que nos parece un camino sencillo se convierte en una subida dura. Lo bueno es que, normalmente, se llega al final y suele merecer la pena.

Volviendo al símil de la subida a los Lagos, ya estoy viendo el Enol. Sólo espero que no me hagan subir al Ercina y que, si lo hacen, me den el coche o el deportivo.

También espero que los Mayas no tengan razón. Me gustaría llegar a mi 40 cumpleaños.

Para terminar, agradecer a los que siempre recorren conmigo el camino, ya sea para cuesta arriba o cuesta abajo, vayan delante o detrás. Y, por supuesto, a los que me traen la cerveza... :)

jueves, 15 de noviembre de 2012

Un paseo por los orígenes

Andalucía, Jaén (provincia); nuestro mar son los campos de olivos que nos rodean por todas partes. Se podría pensar que es una tierra seca, pero no; esa tierra roja que nos ha visto nacer, produce ese oro líquido sin el que el mundo mediterráneo no tendría sentido. Su color verde, su olor intenso y su exquisito sabor nos enamora.

Volver a nuestra tierra, a nuestros orígenes, es una obligación. Un placer. Una necesidad. Sentirse rodeado de olivos recarga nuestra energía. Un par de veces al año hay que volver a los orígenes y sentirse en casa. Me llamaréis loco, pero a mí me pasa. Paso unos días por esta maravillosa tierra y recargo las pilas por una temporada.

Yo soy andaluz y lo digo con orgullo. Habré perdido mi acento, pero no mis raíces. Nací andaluz, andaluz soy, y andaluz moriré.

Estos viajes a la tierra, con visitas guiadas y una parte de Historia son todo un lujo. Éste en especial, ha sido estupendo.


https://www.facebook.com/media/set/?set=a.4775457501182.190040.1137924035&type=1&l=7c8602b6ef