miércoles, 5 de marzo de 2008

El espíritu de Soft...

Este reportero (algunos lo recordarán por sus narraciones de fiestas de cumpleaños y entrevistas a personas famosillas) en un ataque de nostalgia ha intentado dar una vuelta por los lugares que visitaba en otras épocas y otros lugares.

Ha sido una sensación como la de intentar visitar Pompeya, Alejandría, Tartessos, el Antiguo Egipto, el Reino de los Mayas, y otros muchos históricos lugares.

Sin intentas ver los restos, no queda nada, o casi nada. Pero eso es sólo lo físico y lo tangible. Pero en esos lugares se respira (me lo imagino, porque no estado en ninguno, salvo que hayan descubierto la ubicación exacta de Tartessos y sea algún sitio que conozca) la grandiosidad de las civilizaciones. Hay que dejar volar la imaginación y pensar cómo debían ser de verdad esos lugares y sus gentes.

He intentado hacer el ejercicio con aquel maravilloso lugar llamado Softcopias. En este caso, tengo la suerte de haber vivido en él, con lo que el esfuerzo es menor. Sólo hay que cerrar los ojos e intentar recordar.

No sé para vosotros, pero para mi, tiene una imagen clara, y que ninguno tendréis. La mayoría recordará el fondo del foro, en azul y blanco, o la página de inicio de Softcopias, de colores oscuros, o los diablillos que se colocaron en la cabecera. Para mi la imagen es la de un pueblecito, blanco y nevado, con sus calles y sus barrios adornados y sus pequeñas casas de madera con chimenea.

Supongo que pensaréis que se me ha ido la pinza, pero es que cuando hice mi primera narración del lugar, me lo imaginé así (las mentes de los escritores son raras). Desde entonces, si me concentro, veo así Softcopias.

Al hacer la visita, la imagen es distinta. Siempre me quedaré con la otra, pero la actual la tengo delante. Es un pueblo abandonado, la nieve se ha derretido, y las calles están embarradas. Las casitas están medio derruidas, sin puertas y con los techos derrumbados. La biblioteca saqueada, el barrio de la música demolido, el barrio de los juegos inhóspito y abandonado. Los bares vacíos, con el suelo lleno de cristales rotos y mesas y sillas volcadas. Una pena.

Muchos buenos momentos se vivieron en ese lugar. Todos perdidos. O no. Como decía antes en el ambiente se respira el espíritu del lugar. Las comparaciones son odiosas, pero aquí también se respira la esencia del pasado de este lugar.

Es el espíritu de su creador. En mi narración le llamaba el alcalde, pero normalmente le llamaba “El Jefe”. Para mí, siempre será El Jefe. Él creó el lugar, tuvo la idea, lo hizo crecer, nos juntó, nos unió. No estaba siempre, se le olvidaba pagar la cuota, pero si le buscabas, le encontrabas, y al final, siempre te respondía

A él le debo el meterme en este mundo de Internet, donde yo era un usuario pasivo que sólo descargaba y no participaba. Le debo el que me diera el lugar sobre el que escribir. Le debo el conocer a gente a la que sin ese lugar jamás habría conocido. Ahora tengo un grupo de amig@s que pululan por la red y con los que sigo hablando. Sin Softcopias no hubiera sido posible. Si no hubiéramos pasado por ese lugar, no nos habríamos conocido, no charlaríamos, no jugaríamos, no quedaríamos, no nos contaríamos nuestras penas y alegrías, no estaríamos en el exilio, no tendríamos nuestros blogs,…

Ahora somos muchos menos. Hemos perdido gente. Pero quedamos unos pocos. Somos más fuertes, sabemos donde encontrarnos. Ahora ya no nos perdemos. Seguiremos aquí. Conservamos el espíritu de Softcopias.

Gracias Diego.