martes, 18 de diciembre de 2007

Las cartas. (Piedras Verdes. Parte II)

(Ante todo, disculparme con mis sufridos lectores por la tardanza. Es complicado encontrar un hueco largo y tranquilo en el que poder ponerme a escribir. Viendo la expectación, me esforzaré, aunque mi trabajo me puede.)

* * *

Ana pensaba en lo que es capaz de hacer un papel, mientras leía la carta que había recibido.

Llevaba poco más de un año en el pueblo, y habían pasado muchas cosas desde aquel día en que entró al bar. Y pensándolo bien, casi todas las cosas iban acompañadas de una carta o un papel.

El primero, la denuncia escrita contra su marido. Ese papel marcó la ruptura con su mundo y su vida anteriores. Vista ahora, su vida anterior parecía vacía. En un año había hecho y conseguido más cosas que desde que se casó.

Cuando entró en la casa que le habían cedido (era la casa de un familiar del alcalde que la usaba sólo en vacaciones), comenzó a pensar en lo que podía hacer. Pasó dos días muy malos, en los que no hacía más que pensar que se había equivocado y que se había condenado, y lo que es peor, había condenado a las niñas a una vida de penurias. Luego todo fue como un sueño.

El alcalde dejó que pasaran un par de días, y luego la llamó al Ayuntamiento. Mantuvieron una entrevista para ver qué tipo de trabajo podría realizar. La oferta para vivir allí seguía en pie. Con las dos niñas y con tres familias más que habían acudido o prometido acudir en breve, podrían reabrir el colegio. A todos se les ofrecía un trabajo y una vivienda en condiciones favorables. De las opciones que le ofrecían, a Ana le gustó una de ellas. La mancomunidad de municipios a la que pertenecía Piedras Verdes tenía una Bodega en cooperativa, y había n puesto administrativo allí. Tendría que encargarse del papeleo, del teléfono, etc. La Bodega tenía poco tiempo y las cosas iban bastante bien. Hasta el momento se las habían ido apañando entre los cooperativistas, pero ahora necesitaban alguien que se dedicara a ello exclusivamente. La Bodega estaba cerca, aunque tenía que ir en coche. Eso no era problema; ella tenía carné de conducir y la cooperativa tenía un par de todo-terrenos que ella podía usar.

Así que firmó el segundo de los papeles importantes de su nueva etapa. Su contrato de trabajo. No era gran cosa, pero lo suficiente para pagar el alquiler, los gastos y poder vivir.

Estuvo un par de meses aprendiendo todo lo necesario de la bodega y cómo hacer las cosas. El trabajo le encantaba y la Cooperativa estaba encantada con ella.

En marzo, comenzaron a abrir la bodega al público para que los turistas vieran cómo era una bodega por dentro, y luego, si querían, compraran alguna botella. Le encargaron a Ana que hiciera de guía en el caso de que alguien fuera a visitar la bodega. En el fondo, no pensaban que fuera mucha gente. Estaban equivocados. Como había un montón de casas rurales por la zona, y todos preguntaban que se podía ver en la zona, todos les remitían a la bodega, que estaba cerca, y en la que la mayoría participaban a través de la cooperativa.

Al final tuvieron que poner un horario, de manera que por la mañana Ana se encargaba de gestionar la bodega, y por la tarde de hacer las visitas, cuando había gente. Los días que no había visita, se iba a casa con las niñas, y cuando había visita, se llevaba a las niñas al despacho y allí se quedaban hasta que acabara.

La vida le comenzaba a sonreír, y económicamente le iba muy bien, ya que las nuevas tareas le habían supuesto un aumento de sueldo. Además, le habían dado una pequeña participación en la cooperativa, que ella pensaba ampliar en cuanto pudiera. Nadie mejor que ella para saber cómo iba la bodega. Y las perspectivas eran muy buenas.

Ahora, tenía dos cartas en la mano, y estaba pensando qué es lo que le depararían. Una de ellas le provocaba un gusanillo en el estómago, ya que venía de Huesca. Nada bueno podía venir de allí. La letra era familiar. Malos augurios.

La otra carta era del tipo invitación de boda, pero no recordaba nadie que se fuera a casar y que pudiera invitarla. Movida por la innata curiosidad femenina, abrió esta última.

“Soria Rural. Turismo responsable”

“Inauguración de la Web www.soriarural.com en el Parador de Soria.

La asociación de casas rurales de Soria le invita a la inauguración de la web, que pretende fomentar el turismo rural responsable en Soria.

El acto tendrá lugar en el Parador de Soria. Comenzará a las 20.00h

Discurso a cargo del Consejero de Turismo de la Comunidad de Castilla León.

A la finalización del acto, se servirá un cocktail.”

Una nota a mano acompañaba la invitación.

Esperaba que pudieras acompañarme.

Javier

Javier. Tenía una encantadora casa rural en la zona y pertenecía a la cooperativa. Le había conocido en una de las visitas a la bodega. Llevó a un grupo de empresarios gallegos a la bodega. Luego habían coincidido en un par de ocasiones. Era una persona muy agradable. Otro cosquilleo, aunque éste de otro tipo.

Pero la otra carta….

(continuará)

2 comentarios:

belushy dijo...

en fin.. eres peor que los capítulos de Falcon Crest.... que te dejaban expectante.... pero bueno... esperaremos otro mes para la tercera parte....

Manz dijo...

Debes reconocer, Mr. Deditos que es más facil publicar comentarios en mi blog... jejeje

La trama se prolonga y se complica... ¡me temo que habrán mas partes!

¿Qué pondrá en la otra carta? (música de peli de Hitchcok)