domingo, 25 de noviembre de 2007

Exiliados

Aunque el título pueda indicar otra cosa, los que realmente sabéis de que va el tema os daréis cuenta de que es algo bueno.

Emulando a Hansel y Gretel en versión escatológica he ido siguiendo el rastro de los muñequitos de arcilla que ha ido dejando nuestro querido belu, y he llegado a un sitio nuevo.
Algo de caso me han hecho, y está en la playa, aunque parece un sitio extraño.

Lo primero han puesto un portero en la puerta, aunque está todo el día cagando, con lo que difícilmente va a servir para algo. Claro que hay que entender las aficiones de nuestro nuevo jefe, con lo que las constantes alusioanes a las deposiciones orgánicas van a ser habituales.

Nada más entrar, está el bar. ¡No podía ser de otra manera con la cantidad de borrachos que integran esta comunidad! Se ve que Cetor ando un poco liado con sus reformas, ya que no hay barra y los taburetes brillan por su ausencia. A ver si el jefe se estira y le suelta un poco de pasta y nuestro empresario de la madera nos deja un bar en condiciones.

La sala de juegos está un poco abandona, pero sabiendo que la mayoría de los integrantes de la comunidad son ludópatas virtuales, no me preocupa. Estoy seguro que unos días nos lo podremos pasar en grande.

Por último, me encuentro con un gigante verde intentando que Campanilla le eche unos polvos mágicos. Si ya me extrañaba a mi. ¡Cuidado! No sabemos si a Campanilla se le puede considerar menor de edad, y la armamos de nuevo.

Disfrutemos mientras podamos. Yo por mi parte no pienso deshacer las maletas. Aunque con el cuchitril que me ha asignado el belu no sé si fiarme.

Nos vemos en el Exilio.

1 comentario:

belushy dijo...

Muy bonito, si señor.. pero creo que el que dejaba el rastro era pulgarcito.... hehe