viernes, 28 de diciembre de 2007

La carta (final del relato)

Por fin, el esperado final del relato.

Gracias a un mamonazo que ha ocultado todos los juegos del foro, me ha dado tiempo a escribirlo.

Con esta entrada doy por finalizado este año en el blog.

Intentaré que en el 2.008 al menos haya un relatillo cada semana, más alguna que otra entrada con mis reflexiones. Para iros avanzando, voy a recuperar un relato que escribí como regalo de cumpleaños de mi querida leona, y voy a trabajar en él. Creo que tiene posibilidades para hacer una novela. Ya no hablo de relato, sino de novela. Más larga, con más historias. Será uno de los retos del año próximo.


Desde aquí os deseo que acabéis el año en compañía de vuestros seres queridos, y que comencéis el 2.008 con buen pie. Podéis hacer caso a todas las recomendaciones esas que nos hacen para atraer a la buena suerte. Yo a eso le hago poco caso. Yo creo que tengo buena suerte. La justa, pero la tengo. Tengo la suerte de tener a la persona que más quiero a mi lado. Tengo la suerte de tener a mis hijos, que como son míos y los quiero mucho, son una alegría para mi. Tengo al resto de mi familia, y a Duna que nos hace un montón de compañia (aunque esté loca). Tengo la suerte de que vivo en un sitio que me gusta. Tengo un trabajo, que no es un mal trabajo y con eso se dice todo.
Y tengo una serie de amigos semi-virtuales (lo de semi es porque a muchos ya los he conocido en persona) con los que paso algunos ratos buenos.

FELIZ 2.008

Nos vemos el año que viene


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No tenía mucho sentido seguir mirando la carta sin abrirla. Rasgó la parte de arriba del sobre y la abrió. La carta era de la hermana de Manuel. Nunca habían tenido mucha relación, pero era una persona agradable. Ana pensaba que en el fondo conocía lo que pasaba y se mantenía al margen por no enfrentarse a su hermano. Una actitud cobarde, pero Ana ya no juzgaba esas cosas; ella había tardado en encontrar fuerzas para enfrentarse a Manuel.

Cuando terminó de leer la carta, no sentía nada. Era extraño. El gusanillo del estómago había desaparecido completamente. No sentía tristeza, ni miedo, ni satisfacción. Sólo vacío, ningún sentimiento.

La carta decía que Manuel había muerto. Desde que Ana se marchó, se pasaba todo el día en el bar. Le habían despedido de su trabajo y cada día se hundía más y más. Habían intentado ayudarle, pero no quiso. Una reyerta en un tugurio acabó con una puñalada mortal.

El final de la carta anunciaba la lectura del testamento para finales de mes, y la hermana de Manuel le pedía que fuera. Era un mero trámite. Con las denuncias y la orden de alejamiento, el proceso de separación estaba en trámite, pero estaba culminado. Lo único que quedaba, el piso en Huesca, era para Ana y las niñas, pero tenía que ir a firmar los papeles. Incluso, le tranquilizaba diciendo que nadie de la familia de Manuel iba a poner pegas.

No sabía cuánto tiempo estuvo en trance. Le sacó de él el teléfono.

- Hola –dijo la voz al otro lado del teléfono.

- Hola Javier.

- ¿Has recibido mi invitación?

- Sí – no pudo evitar sonreír.

- ¿Y la respuesta? – preguntó juguetón Javier.

- Pues no sé…Tengo que ver si alguien puede quedarse con las niñas, y tengo que consultar mi agenda.

- Claro. Pues mira por donde, lo tengo todo solucionado. Las niñas se quedan con Antonio y su mujer. He de decir que tanto ellos como las niñas están encantados. Respecto a tu agenda, he movido unos hilos con mis contactos en la Bodega y te van a dar unos días libres que te deben.

Ana se quedó en silencio. Una gran sonrisa iluminaba su rostro. No podía creer el interés de Javier, y que todo el mundo hubiera colaborado en el complot.

- ¿Hola? ¿Sigues ahí? – preguntó Javier

- Por supuesto. Vale, acepto. Pero antes he de solucionar un tema y me gustaría que me ayudaras.

Viajaron a Huesca a cerrar los temas legales del testamento. Llegaron a un acuerdo con una inmobiliaria para vender el piso y aprovecharon para pasar el fin de semana en Huesca. Fue un ejercicio liberador. Todos los malos recuerdos que tenía de la cuidad fueron eliminados al visitar los lugares con Javier.

El siguiente fin de semana, viajaron a Soria para la fiesta de inauguración. Habían pasado una semana tranquila. Aprovechando los días de vacaciones que le habían dado, las niñas y ella pasaron unos días en la casa rural de Javier. Lo pasaron muy bien. Javier era muy atento con ellas y las niñas estaban encantadas con él. En el fondo se alegraban de que su madre fuera feliz.

Ana estaba pensando en cómo le había cambiado la vida en apenas un año. Todo iba fenomenal. Para rematar, el miércoles la agencia inmobiliaria le había llamado para decirle que tenían comprador seguro para la casa y que si daba su conformidad procedían a formalizar la compra.

Javier le sacó de sus pensamientos.

- ¿Pensando que vas a hacer con tanto dinero?

- - No exactamente, pero casi. Parte del dinero va a ir a la cooperativa y ya lo he hablado con ellos. El resto no sé. Lo meteré en el banco.

- Yo sé lo que puedes hacer con él. Te doy la mitad de mi casa rural. El dinero lo invertimos en ampliar la zona donde vivo, porque cuando nos casemos, se nos quedará pequeña; porque,… te vas a casar conmigo ¿no?

5 comentarios:

belushy dijo...

Ves? no hay mal que por bien no venga.... gracias a ese mamonazo nos has podido deleitar con el final de la historia... aunque creo que Terminator-Cetor se va ha sentir un pelín defraudado....

Saludos...

madavar dijo...

eso no es el final, no? a mi ese javier y sus prisas no me dan buenas vibraciones, me parece a mi que es un lobo vestido de cordero. No seas perro y vete pensando la cuarta parte

Manz dijo...

Estoy de acuerdo con Javier y Madavar para variar:
Deberías haber relatado con más detalle la lucha en el tugurio, una escena en plan "Gladiator" en el bar "la Rana Verde" le hubiera dado más emoción.
Y el Javier ese... ¡es un chulito!, verás como dentro de tres meses empieza a zurrarle a la otra.

Coñas aparte... bien, aunque el final demasiado apresurado, y lo cierto es que no lo entiendo, ¡si nadie te estaba metiendo prisas! (jejejeje)

Carlos B dijo...

bien bien, me gustó, esperaba que la carta fuese del marido, pero no ha sido así, esta tercera parte deja abierto un futuro para otra, se dice que los niños que tienen padres maltratadores estan más influenciados a hacerlo ...

Un saludo y feliz 2008, en este el ultimo comentario del blog en 2007

Aida dijo...

Me gustó mucho el relato. Me parece que no han entendido el mensaje: todo puede cambiar si buscamos la fuerza interior necesaria. Esa que todos tenemos y no conocemos hasta ser necesario.
Es decir, creo, el mensaje es: "se puede".
Gracias y a seguir escribiendo, que lo haces de maravillas.
Un beso